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Pero… ¿A qué precio?


¿Quién era yo para decidir si un hombre vive o no? ¿Cómo es posible que haya llegado a caer tan bajo? ¿Quién sabrá? A lo mejor las cosas tenían que ser así.
Parece que fue ayer cuando solo era un niño, no tenía preocupaciones, era todo normal, jugaba, reía, estudiaba, pero ahora, solo queda el recuerdo de lo que fui, en estos momentos mi cabeza está a punto de estallar, esa inocencia que supe tener, la había perdido, pues no creo que un niño se le pasara por la cabeza hacer algo como esto. Les contare brevemente lo que paso…
En la mañana del martes fui a trabajar como todas las mañanas a la oficina, no tenía un gran sueldo, tenía muchas deudas, debía dinero, pero con ese sueldo, de a poco podía ir saliendo del pozo, al llegar a mi oficina supe que algo estaba mal o mejor dicho, sentí que algo malo iba a pasar… resulta que estaban echando gente por “problemas de presupuesto”, desgraciadamente, yo fui uno de ellos, comencé a perder la calma, ya que no me querían dar ninguna explicación coherente sobre estos recortes de gastos por supuestos “problemas de presupuesto”, ¡esos incompetentes me habían echado sin ninguna razón! Mi paciencia se perdió, decidí irme, respuestas no había ahí, no valía la pena perder mi tiempo con esos idiotas.
El miércoles, estuve haciendo sondeos en el diario para buscar un trabajo que me ayude a sacar cabeza, busque y busque, sorpresivamente encontré algo en la calle, un pequeño trozo de papel, no decía que era específicamente, pero que era una paga buena, suficiente para pagar gran partes de mis deudas, aunque sabía que no era de mi incumbencia ese misterioso papel que vi, decidí llamar al número anotado. Luego de intentar llamar numerosas veces me atendieron, me dijeron de encontrarme en el parque central de mi ciudad a cierta hora.
El jueves, me levanté temprano para ir al parque donde habíamos acordado encontrarnos, me senté en un banco a esperar, luego de 15 minutos, que parecieron una eternidad, un misterioso hombre, pelo morocho, esbelto, apareció, no sé cómo, pero lo reconocí, el también a mí, intercambiamos un par de miradas, para saber si confiar en el otro era fiable, el hombre, caminando elegantemente se sentó en el banco y hubo un frio silencio, hasta que me dijo ciertas pautas a cumplir, si quería tomar la responsabilidad de ese misterioso trabajo.
Era mucho dinero en juego, no me podía negar, sus pautas eran simples:
1 )No podía llamar a la policía en ninguna circunstancia
2) Me dejaban en la estación de tren a altas horas de la noche
3) Tenía un revolver, con una sola bala
4) Seguir a mi objetivo y cuando llegue el momento, cuando sea seguro, poder hacer que vaya conmigo a un callejón oscuro
Era mucho dinero, ¿Qué podía hacer? ¿Negarme? No me lo permitiría nunca, no habría una oportunidad así nunca, acepte…
El viernes, intente relajarme, tener la mente fría para lo que vendría. Llego la noche, mi compañera de hoy, me pasaron a buscar en un auto viejo, para no generar sospechas, entré, solo estaba el chofer y un acompañante que estaba al lado mío, no hubo ningún intercambio de palabras, el horrible silencio me ponía más y más nervioso. El auto frenó, habíamos llegado, mi callado acompañante cargo el arma con esa única bala, me explico brevemente como usarla, me dijo que al llegar a la quinta estación, debería sedarlo, así en la sexta parada, poder sigilosamente llevármelo a un callejón, me dio la dirección de ese callejón, estaba a tan solo media cuadra de esa fría estación, me dio una foto en un sobre, que al entrar al vagón de tren debía abrir. Me bajé.
Me senté, respire hondo, pasaron las estaciones uno y dos, hasta que decidí abrir el sobre, mire aterrorizado, no podía creerlo, mi corazón comenzó a palpitar rápidamente, ¿Quién era el misterioso objetivo? ¡Nada más y nada menos que mi jefe!, era la perfecta ocasión para vengarme, comencé a buscar entre los vagones a ese hombre, ¡a ese hombre que me había echado sin razones! Hasta que lo encontré. Llego la quinta estación, estaba durmiendo en un asiento, sigilosamente, me senté al lado suyo y de manera tranquila sedé a ese viejo hombre, era un hombre delgado, así que con facilidad pude levantarlo, llego la sexta parada, respire hondo y salí con el viejo a mis hombros, camine por la estación, simulando que el hombre era un amigo mío que estaba borracho.
Llegue a ese callejón, ese callejón oscuro, frio, tire al hombre al suelo, estaba comenzando a estar consiente, pero estaba débil. No era momento de dudar, sabía que era solo un disparo, no había posibilidad de error, la ventaja era mía, el viejo estúpido ni pensaba que le podía pasar eso, pero así son las cosas, ¿No?
Apunte hacia el, lo mire a los ojos, ¿Y saben qué? No pude, no sé por qué, pero no pude.
¿Quién era yo para decidir si un hombre vive o no? ¿Cómo es posible que haya llegado a caer tan bajo? ¿Quién sabrá? A lo mejor las cosas tenían que ser así…

les dejo el final abierto para que cada uno imagine lo que pueda pasar

es solo un relato amateur, lo hice para pasar el rato, ¿que les parecio?